Hace 66 millones de años, un meteorito de unos 12 kilómetros de diámetro impactó en la localidad costera de «Chicxulub«, Yucatán, causando la extinción de los dinosaurios. Se cree que el asteroride provocó un megaterremoto que duró semanas. Incluso tsunamis de cientos de metros de altura. Según estudios científicos, el polvo que levantó hacia la atmósfera ocultó la luz del Sol durante meses. Con el paso de los tiempos en la zona se asentaron culturas entre las que destacaron los Mayas. El surgimiento de esta civilización es un proceso complejo que involucra una combinación de factores culturales, geográficos, y sociales a lo largo de milenios. Tras su misteriosa desaparición, sus descendientes se dispersaron por toda la península de lo que hoy llamamos Yucatán. Entre ellos, como auténticos testigos del paso de los tiempos, surgió la figura del chamán, personaje del cual nos ocuparemos en este reportaje. Y es así que tras visitar el complejo arqueológico de Ek Balam, durante un reciente viaje por la Península de Yucatán, y con la intención de profundizar en su cultura, conocí a un autentico chamán con el cual pude departir sobre sus inquietudes, creencias, hábitos y misterios. No entendí su nombre, pero parecía llamarse Raúl. Al menos eso creí. (VER VÍDEO) ¿Pero quiénes eran-son los chamanes? En la cosmovisión maya, un chamán trasciende el papel de mero curandero o sanador. Se le considera un ser dotado de habilidades sobrenaturales, actuando como puente entre los dioses y la humanidad. El chamán maya se distingue por su profundo dominio de los rituales, las propiedades de las plantas medicinales y las prácticas espirituales. También conocidos como «ajq’ijab» en idioma maya, jugaban un papel fundamental en la cultura y la espiritualidad de los pueblos indígenas de Guatemala y otras regiones de Mesoamérica donde la herencia maya persiste. También...
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